jueves, 8 de marzo de 2018

Reseña de Abel Santos: Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas. Chamán Ediciones. 2016



Reseña de Abel Santos: Las lágrimas de Chet Baker caen a piscinas doradas. Chamán Ediciones. 2016
El poeta Abel Santos retoma la acción tras la antología Demasiado joven para el blues. Antología poética, 1998-2014. Del peligro de superar 12 años metido en drogas y alcohol habla en este libro. Por eso es tan oportuna la referencia al malogrado Chet Baker, trompetista y vocalista del jazz jalonado de tormento y éxtasis. Prologa el volumen Diego Vasallo, poeta y músico más conocido por haber pertenecido al dúo donostiarra Duncan Dhu.
            La poesía de Abel Santos se apoya como recurso expresivo en las alusiones, en los guiños y así aparecen citados poetas muy dispares, en castellano y en otros idiomas (Roger Wolfe, Bécquer, Roberto Juarroz, Gil de Biedma, Mark Strand, Dámaso Alonso, Neruda, Byron, Szymborska, Verlaine, Shakespeare, Iribarren, Bukowski y la colección Mitos de la Poesía), filósofos (Osho, Gracián, Confucio), novelistas (Cortázar, Hank Moody1), muchos músicos (Quique González, Loquillo, Amaral, Cole Porter, Diego Vasallo, Armstronn, Ryan Adams, Rafael Berrio, Szpilman, Chopin y la Ruta 66 -mítica para el rock-, el blues,, la canción Bésame Mucho, y, por supuesto, Chet Baker), cineastas (Lynch, la Nouvelle Vague, Rebeldes de Coppola, Scorsesse en Historias de Nueva York) y otras referencias la clínica Benito Menni…. Esta galaxia heterogénea de referencias supera la erudición posmoderna de alta y baja cultura, tan usada por los novísmos y tiene mucho más que ver con la complicidad de un lector y la evidente influencia de Rayuela (a la que debo, personalmente, haberme introducido en el jazz). Todas estas alusiones conforman el universo personal y poético de Abel Santos, imbuido de música, cine y poesía.
“Porque aunque lo que escribo siempre va
acompañado de la música,
los garabatos que trazo ya nunca irán de la mano de tu hermosura.” (Apuntes del natural)
         Pero, además de los citados, siempre podemos encontrar otros ecos en sus poemas, como el aire a Miguel Hernández “De casa yo vengo llorado / al hogar de tu risa y de tus labios” y las conexiones con David González y los poetas que se recrean en la sórdida realidad, más allá del realismo sucio de pose. Una poesía de sentimientos y, a la vez, burla del sentimentalismo. Él prefiere el término de realismo bastardo.
“En el caos

de los espumarajos
tintados
de su boca sucia

a nuestra filosofía a veces le nacen

ríos de plata
en sus rasgos
donde se la siente

bañarse
desnuda.” (Chill out)
La peripecia vital del poeta que ha pasado por el purgatorio de bares, como un gato de la calle que ahora es ratón de biblioteca, pone de manifiesto el amor como cura, la medicina necesaria, aunque haya daño. El amor puede ser la salvación (Salvar el laberinto, Ve hasta el final) y también apreciamos como el tiempo pasa por el amor (Caminando en círculos). El amor y el beso (Cállate mi corazón). En esta trayectoria vital se añora volver a ser niño y conservar esa pureza (Judas, La catarsis). Una historia de rescate por la poesía, por el amor, por uno mismo.
         Compartimos la admiración y el recuerdo de Rayuela como puerta críptica al universo. Wladyslaw Spilman recuerda al episodio del piano de Berthe Trépat. También es fundamental en Abel Santos el mundo del jazz, tan presente en Cortázar. El yo poético –y quizás el Abel Santos que hay detrás– emula a los músicos de jazz que, para sonar como Charlie Parker, se dejaban seducir por las drogas y se enganchaban a la heroína (Dicción de la adicción). Este es un libro en de redención, de una redención lenta, con recaídas, porque continúan los restos del purgatorio y continúan los miedos, como la renuncia a ser un mujeriego (El vencedor) y “rebajar el alma a un simple cuerpo” (Las mejores vistas).
“Me ha llevado cerca de siete años
darme cuenta de la situación:

La puerta que te lleva a una especie de salud,
en el centro de adicción a sustancias,
sólo se abre desde dentro.” (Por aquellos buenos poemas que el olvido me robaba)
Posee este libro la bendita cualidad de fijar instantes, conscientes de la trascendencia (El destello). “Yo no nací escribiendo, sino llorando. / Y con mi primer llanto / ya andaba buscando el conocimiento” (Herido de vida). Una sensación de irrealidad ante la vida. “Todos hemos aprendido / a vivir / con lo que no es” (Sólo aire entre los dos)
Gran parte de los poemas suponen una reflexión sobre la poesía (Los iniciados, Los poemas, Mitos de poesía, Muchas sílabas, Los maestros, No sólo del hombre vive la poesía y otros poemas…). Reivindica Abel Santos estar fuera de los grupos poéticos: “Ni asociación / ni colectivos / ni capillas / ni espectáculos” (En las afueras). Está más cerca de los músicos, como Diego Vasallo. Así, muy a menudo, los poemas tienen una clara estructura de canción (Blues del diablo azul). Tampoco le faltan los juegos de palabras (Adiós a mi pupila, tu pupila azul) y otros mecanismos propios del rock y el pop. Por supuesto, la ironía (Vida y muerte de Confucio).
“Cuando se trata de la vida
la muerte es un personaje secundario
sentado en primera fila” (El prisionero).
Las citas descubren un paisaje personal tan importante como las calles de Barcelona, o las paredes del dormitorio, o los nuevos paisajes de las redes sociales.
“Ahora que no bebo y no intento olvidar
voy a hacer una auténtica locura:
acudiré a la cita con el psicólogo.

Quiero vengarme
por todos los buenos poemas –y los buenos sueños–
que el olvido me robaba, calle abajo
y mojado hasta los cuernos,
en su deseo de sentirse así un poco más humano.” (Por aquellos buenos poemas que el olvido me robaba)
Con una voz mucho más madura, Abel Santos puede solfear notas sueltas, dejarlas caer, componer melodías sutiles o aferrarse a las teclas de un piano y golpear con fuerza y ritmo poemas más largos. Con estructura de canción o con la libertad de la improvisación, diversos moods, con la falsa anarquía del free jazz, el jazz vocal o el be-bop.
“Cuando uno era
más joven y más tonto, esperaba
ese golpe de belleza que te inspira
el poema perfecto.

La tenía, la tenía…
Mas era de locos.

Ay, molinos con ínfulas de gigante.
Ya no quiero ser el héroe de un imposible.
Quiero liberarme de esa quimera,
como el oro desprecia la avaricia.

Toda la poesía
suena complicada,
pero no lo es.

Y ahora, que la noche y el arte
me encuentran solo y más viejo,
todo es esperar, oír
la alta literatura de tus pasos
tras la puerta de casa.” (Reconocimientos)


1 Personaje de la serie Californication, homenaje a Harry Chinaski, alter ego de Bukowski

2 comentarios: