domingo, 28 de junio de 2015

Prácticas de democracia



Quizás la noticia que más me haya sorprendido en estos días no haya sido la aprobación del matrimonio igualitario en los EEUU sino las reacciones ante la negociación entre Grecia y sus acreedores. Lo digo rápidamente, me parece una situación en la que Syriza está dando lecciones de democracia. Lo digo aunque muchos no lo ven de la forma tan meridiana como yo lo hago.
No digo que hoy todos somos Grecia. Lo seremos mañana. Las condiciones de la negociación son importantes, incluso para los españoles. Y desde luego los medios de comunicación generalistas no están tomando partido precisamente por la opción del gobierno heleno. Y las bolsas, no digamos. Para empezar parece como si estuvieran deseando que el programa político y económico de Syriza se hunda. Más que nada para tener razón, aunque las consecuencias sean catastróficas para los ciudadanos griegos. Quizás haya muchos que opinen así para justificar sus propias posiciones en la política española. No lo niego. Parecen impacientes por decir, “¿ves?, ya lo decía yo que los del Podemos griego sólo prometían cosas que no podían cumplir”. Otros ya lo dan por hecho, que Tsipras ya ha cedido a las presiones y que Varufakis ha subido los impuestos y bajado las pensiones, como dijeron que no iban a hacer. Algunos parece que se alegren de que vayan a pasar más necesidades los griegos.
Las presiones de los miembros de la antigua Troika son aberrantes. Bajo el pretexto de bajar el déficit griego están imponiendo la bajada de sueldos, de pensiones, el aumento de los impuestos que deben pagar los ciudadanos, rechazando de plano las pretensiones del gobierno de subir los impuestos a las rentas más altas, al turismo o a las sociedades. No es cuestión de cuadrar cuentas, se trata de beneficiar a los suyos.
Como suele ser común, la mayor parte de la deuda es pagar la deuda y los intereses, Grecia necesita bastante menos efectivo para funcionar de lo que están obligados a pagar. Pero, en fin, la deuda es la deuda, y el capitalismo un sistema mafioso en el que los que tienen más obligan a los que no tienen a aceptar su “protección”.
De todas formas, sospecho que a los acreedores tampoco les conviene romper el tablero y expulsar a Grecia del juego. No ganarían nada y podrían perder sus inversiones y su influencia. Rusia y China están deseando entrar en la partida.
Vistas así las cosas, el gobierno de Tsipras recurre a la soberanía nacional. Convoca un referéndum para aceptar o no las condiciones/extorsión del FMI y el Eurogrupo. Éstos amenazan con romper las negociaciones. ¿Cómo se atreven a preguntar a la gente? Eso es populismo, evitar las responsabilidades, etc…
Después llevan a efecto sus amenazas a través del miedo. El pánico que provoca la sospecha de falta de fondos. Eso lo tenemos bien aprendido. Sobre todo los que todas las navidades vemos Qué bello es vivir.
Yo lo comparo con algo más simple. Me imagino que me han encargado comprar una barra de pan. Llego a la panadería y no hay. Lo que supongo que haría es agarrar el teléfono y preguntar si vale una baguette o si compro pan de molde o si nos aviamos sin pan. Si no pudiera contactar quizás me atrevería a comprar un sustituto, pero si tengo la oportunidad, seguro que intento preguntar.
No es lo que se lleva en las llamadas democracias occidentales. Por ejemplo, ZP cambió la constitución para que se santificara el límite al gasto público sin preguntar. Como tampoco se preguntó por la fenecida Constitución Europea. Rajoy ha basado todo el ajuste de sus políticas y sus incumplimientos en la famosa herencia recibida. Dijo que iba a bajar los impuestos, pero como el déficit era mayor que el esperado, no ha podido. Pues, lo siento, creo que lo democrático hubiera sido, como mínimo preguntar, y si no, convocar elecciones generales de nuevo con los datos encima de la mesa.
No entiendo que sea legítimo que los grandes inversores y los bancos defiendan de manera efectiva sus intereses y retiren fondos, y que los trabajadores y jubilados no puedan defender sus ridículos puestos de trabajos y sus exiguos sueldos.
En lugar de eso, los gobiernos “responsables” asumen la tarea heroica de ser los malos de la película, asumir la tarea de recortar, de tomar medidas impopulares contra todos los gustos y preferencias de los votantes que los han aupado al parlamento y a la Moncloa. Convocar un referéndum se convierte en un escapismo, no querer hacerse cargo de la confianza depositada por los votantes para que piensen por los ciudadanos, decidan por los ciudadanos y se coman el marrón de los ciudadanos.
No, creo que no. Que los gobiernos se desgastan por las malas políticas, aunque luego culpen a faltas de comunicación y la falta de pedagogía. Yo no quiero que decidan por mí. La democracia representativa se basa en una ilusionante identificación entre el votante y el elegido. Lo voto porque es como yo y actuaría como yo. Si eso no sucede así, no es democracia, porque no es representativa. Y eso parece ser uno de los problemas más denunciados por la sociedad desde el 15 M. No, no nos representan.
La postura de los políticos se parece, en realidad, a un déspota ilustrado cuando menos. Todo para el pueblo pero sin el pueblo. Yo sé lo que le conviene a España, aunque tenga que llevar a cabo políticas que nadie quiera, tenga que bajar sueldos, recortar prestaciones, abaratar despidos, desmontar el Estado… Es duro para mí, que soy el jefe del Ejecutivo, porque, aunque a mí no me afecta directamente, quedo como el malaje que les he aguado la fiesta. Pero es mi deber, porque han vivido por encima de sus posibilidades. No han pensado en el futuro. Así no hay manera de que crezcan y se hagan personas de provecho y trabajadores honrados.
Pues no, no soy menor de edad, sé lo que voto y no quiero que nadie decida por mí en temas que me atañen tan directamente. La democracia se basa en considerar a todos mayores de edad, que es el proyecto de Kant y de la Ilustración. Si he depositado mi confianza en un gobierno con un programa, y tienen que cambiarlo por las circunstancias, que me lo expliquen y yo les entenderé o no, les mantendré la confianza o les retiraré el voto. Estoy muy harto de que los gobernantes se consideren los padres de unos niños inconscientes que no saben lo que quieren ni lo que necesitan. Que se acabe ya el complejo de dar medicinas que saben mal o inyecciones que son por mi bien.

1 comentario:

  1. El precio para el éxito es un trabajo duro, dedicación y determinación que hemos estado dando nuestro mejor esfuerzo para nuestro trabajo.

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